El primer amor

Primero me pasé muchos días mirándote a escondidas, muchas noches cegado por tu imagen: yo nunca había visto un ángel.
No recuerdo cuanto tiempo estuve luchando contra mi cobardía hasta que me atreví a hablarte por primera vez. Tu rechazo o tu indiferencia me habrían herido de muerte, pero no: sonriendo, me regalaste una respuesta.
Empezamos a conversar. Hablábamos de nosotros, de los demás, de nada. Descubríamos con asombro que en todo coincidíamos, que todo lo construíamos juntos, ya para siempre.
El primer beso nos sorprendió a los dos, nos avergonzó a los dos y luego siguieron cientos, miles de besos durante muchos días y muchas noches, hasta que todo tu cuerpo se volvió de miel.
Por qué, cuándo o cómo nos perdimos es algo que nunca he llegado a comprender, algo que ni siquiera logro recordar.
Pero tengo la certeza íntima de que, aquel lejano día, el resto de mi vida se transformó en el resto de mi muerte.
Y sé que en todos los besos que después he dado, los de coñac y tabaco, los de agua de rosas y los de leche templada, he buscado ese último sabor a miel.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nos parecen precisos tus poemas. Tienes verdadero talento poético.
Carmen y Agustín.

filders dijo...

Gracias, chicos. Es el primer elogio que recibo por la totalidad de mi obra publicada, que todavía puede leerse en menos de veinte minutos.

Azucena Rebon dijo...

Interesantes,estos relatos cortos que se leen con una taza de cafè,y dejan un cierto sabor a nostalgia.Felicitaciones