Microcontrol

Ayer me dejé la ventana abierta y cuando me asomé mientras la cerraba me detuvo una percepción inquietante. Aquel paisaje no era el paisaje de siempre o al menos yo jamás lo había visto así. Quedé como en trance. Quizá sigo en trance.
Lo primero que acerté a sentir es que mi vida, mis pensamientos, mis emociones y mis deseos son una insignificancia en un cosmos caótico e inabarcable, sin lugar a dudas, fuera de mi control. Me dije que era un tópico, pero la angustia lo convertía en algo completamente nuevo para mí, inminente. Estaba rodeado de una realidad asombrosa, vertiginosa, que no podía sino admirar. Necesitaba mantener intacta mi capacidad de sorpresa, mi ingenuidad, para no perderme detalle de la maravilla. Contemplar ya es mucho.
Luego pensé que quizá merecía la pena tratar de comprender. Quizás había algunas leyes, algo racional, algo periódico, la vida y la muerte, la noche y el día, antes  y después, delante y detrás del horizonte. No sé, el cielo y la tierra y el agua, los niños y los adultos y los ancianos, yo y las mujeres que me atraen y el resto de los seres humanos…
Tratar de comprender, me dije, que no comprender. Tratar de controlar, que no controlar. Y tener la sensación de seguridad que nace de esa falsa creencia de que algo sí comprendo, de que algo sí controlo, de que algo sí que puedo hacer para mejorar las cosas.
Fue así como creé mi microcosmos y me puse a microcomprenderlo y a microcontrolarlo  y esa microilusión me llevo a actuar.  Me acordé de la frase de Goethe “la acción es la verdadera fiesta del hombre”, de la frase de Ortega “La vida cobra sentido cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar a nada”, de la frase de Jesucristo “A cada día bástele su afán”, de la frase de Víctor Manuel “Aunque soy un pobre diablo, se despierta el día y echo a andar”, de la frase de Serrat “Hoy puede ser un gran día”, de la frase de mi abuela “No preguntes y hazlo tú”. Y animado por esos sabios predicadores, me dije: “Tú hazlo y ya iremos viendo”
Y en esas estoy, haciendo cosas, tan esperanzado yo. Buscando amor o al menos sexo, buscando mi genio creador o al menos disfrutando del de otros. Buscando la honestidad o al menos cumpliendo órdenes. Buscando la coherencia o al menos siguiendo mis impulsos. Buscando cambiar las cosas o al menos disimulando mi miedo a los cambios. Aquí sentado en la butaca de mi microcasa siento que todo está bajo microcontrol. Qué despiste, he vuelto a dejarme la ventana abierta.

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