Mientras

La felicidad es un viaje de placer hacia los propios sueños. Unos sueños indisciplinados que entran y salen de su retén de sueños; eso da igual, mientras quede alguno de guardia. Un viaje fragmentado, caótico, hacia una meta volante; eso da igual, mientras parezca coherente. Un viaje azaroso, circunstancial, inexplicable; eso da igual, mientras el viajero permanezca bien orientado. Un viaje incentivado por el éxito o por el fracaso; eso da igual, mientras ambos sirvan para crecer. Un viaje intransferible por naturaleza, una aventura en solitario; eso da igual, mientras al viajero no le falten algunos espectadores interesados.
Así veo yo la felicidad que viene, la de este siglo. Antes se concebía más como un estado que como un viaje. El viaje era en todo caso un medio para conseguir el estado. Ahora no. Ahora lo importante es el viaje. Antes le dábamos mucha importancia a los principios y nos engañábamos con lo causal: unos buenos principios para unos buenos fines. Ahora nos desborda lo casual y la realidad se ha convertido en un mientras permanente y frenético. La identidad, vapuleada por el cambio acelerado de todos sus referentes, se aferra a lo inmediato, a lo abarcable. El buque navega a la deriva. Mientras, nosotros estamos dentro afanados en nuestras mezquinas urgencias. La vida es mientras.
Veamos tres ejemplos. La muerte no perdona. Mientras, me apetece un pincho de tortilla. El Universo nos desvela sus misterios. Mientras, yo me meo: que se espere un poco el Universo. Las multinacionales nos engullen (algunos demócratas tenemos el privilegio de elegir la salsa). Mientras, yo espero (SOS) tu SMS. Y así podríamos seguir dándole pinceladas de inmediatez a la trascendencia. Ni la poderosa dama pudo evitar la juerga de anoche. El sol terminará por apagarse. Mientras, cuida de que no queme tu delicada piel. Se calienta el Globo, se queja la Madre Tierra. Algo habrá que hacer. No sabemos muy bien qué. Mientras, hay días que me duele mucho este cuerpo mío, y otros que no tanto. La guerra y el hambre golpean por doquier a nuestros iguales. Mientras, ayer me regalaste por fin una sonrisa y yo sentí que se me abría el pecho.
Menos mal que las instituciones nos llevan con paso lento, pero firme, por la senda de la verdad. Mientras, un cura piensa que Dios no existe, un médico se burla de su paciente, a un militar se le saltan las lágrimas con el culebrón, un maestro da cabezadas y los niños tiran avioncitos, un policía pone la sirena sólo por joder o una puta regala al más necesitado un dulce beso de amor.

No hay comentarios: