Carne trémula

Si marcó Ronaldo, si estamos en democracia, si hay algo de agua en Marte, aunque sea poquita, si las muertes por hambre son menos de ocho o más de diez por minuto, si Avatar es mejor o peor que Titanic, te va entreteniendo, te va convenciendo de que vives, de que sabes, pero tú ¿qué quieres?
¿Qué queremos todos y todas? Tú lo sabes y yo también. Es el anhelo íntimo, colectivo. Si llegara, se derrumbaría la casa, saldríamos corriendo con lo puesto. Miedo nos da verlo solo de lejos, adivinar su aroma, nos retiramos de su trayectoria, nos resguardamos de su fulgor, pero si llega, si a pesar de todo nos alcanza, no podrá resistir la carne trémula.
Nada importa lo que dejamos atrás, lo que venga después. Es imperioso no perder el ahora, porque es ahora cuando tiembla, porque siempre tembló, porque jamás dejará de temblar, y no hay otra verdad, y lo demás, la familia, la moral, las ideas, la libertad, las grandes palabras, las buenas obras, los atávicos dioses, no es que pierdan valor, es que dan risa en cada escalofrío, es que dan lástima en cada estremecimiento.
El héroe de cuento que te salvó de los malos, la virgen desnuda a la que desangraste en su palidez, el tullido que te necesitaba para caminar, el avaro mercader que te transportaba en una jaula de cristal, todos eran la misma caricatura, la misma reliquia, el mismo matrimonio, la misma limosna.
Y todos fueron arrasados por el mismo fuego, la noche en que tembló la tierra, en que tembló la carne en un instante eterno.

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